No es un secreto que el mercado del alquiler europeo está cambiando, aunque cada país lo hace de una forma diferente. En Alemania, por ejemplo, casi un 50% de la población prefiere alquilar, según datos de Eurostat, mientras que en España se reduce al 23,8%. Sin embargo, parece que el alquiler va a ir ganando peso a la propiedad en los próximos años, por lo que, la opción de invertir en vivienda para sacarle rentabilidad alquilándola puede ser realmente interesante. Nosotros te contamos aquí cuáles son los principales pasos que debes dar para ello, después ya nos ocupamos de buscarte el mejor inquilino.
- En primer lugar, échale un vistazo a la Ley de Arrendamientos Urbanos. No te asustes, el proceso de poner en el alquiler es sencillo, pero no está de más atenerse a la ley madre –y asegurarse de ello– para evitarse complicaciones.
- Documentación requerida. Aquí te ayudamos a repasar algunos de los documentos que vas a necesitar para empezar el proceso:
- Cédula de habitalidad. ¿Cuenta tu vivienda con las condiciones mínimas para entrar a vivir en ella? Este es el certificado que necesitas para confirmarlo. Lo gestiona cada comunidad autónoma y, aunque suelen tener una vigencia de 15 años, hay que revisar su validez para que no te pille de sorpresa.
- Certificado de eficiencia energética. ¡Sostenibilidad! Ya sabemos: tu piso es tuyo, pero el aire es de todos. El compromiso con el medioambiente debe ser unánime y tu vivienda no puede ser menos. Antes de arrendar, debes asegurarte de contar con este documento (existen algunas excepciones), que deberá certificar un técnico competente y acreditará cuánta energia consume tu vivienda y si emite una cantidad justa de CO2. Te dejamos por aquí un artículo donde te explicamos todo lo que necesitas para solicitar el certificado energético de tu vivienda.
- Licencia de primera ocupación. En las viviendas nuevas podrías necesitarlo para demostrarle al inquilino que las obras se atienen al proyecto original.
- Escritura de la propiedad. Seguro que lo tienes. Tu futuro inquilino puede que quiera asegurarse de que la titularidad de la propiedad se corresponde con la realidad. A veces es más sencillo todavía y basta con presentar una nota del Registro de la Propiedad.
- Casi, casi, casi lo más importante: hay que redactar un contrato legal. Vuelve a echarle un ojo a la LAU. El contrato será la expresión escrita del vínculo que vas a firmar con tu inquilino. Debe ser impoluto y para ello no te puede faltar nada de lo siguiente: identidad de los contratantes, identificación de la propiedad arrendada, duración pactada, mensualidad, plazos de pago, condiciones del mobiliario y de la vivienda y, por último, las cláusulas que acordéis las partes.
- Y lo más importante… véndela –alquílala– bien. Es tu vivienda, ajústate a la realidad, pero trátala con cariño. Es más fácil vivir donde uno fue feliz. Que no falten detalles de las condiciones y servicios del barrio: sin vanidades, pero sin timidez. Alquilar una vivienda es también un trozo de proyecto de vida y tus futuros inquilinos habrán de tenerlo en cuenta. Y ya sabes, ante cualquier duda o incertidumbre…, busca ayuda de profesionales.