En multitud de sectores, la digitalización ha abierto paso a nuevos escenarios tanto para las empresas como para los ciudadanos y consumidores. Uno de ellos es la mayor democratización de la participación de las personas en la economía, en la que cada vez es más frecuente ver fórmulas colaborativas que han encontrado un hueco en el mercado. Y, como no podía ser de otra forma, también ha llegado al sector inmobiliario de la mano del proptech (la aplicación de las nuevas tecnologías al real estate). Y la mayor conjunción de todos estos factores -colaboraciòn, tecnología e inmobiliario- es el crowdfunding inmobiliario.
El crowdfunding, como concepto, es un modelo colaborativo cuyo objetivo final es la financiación de proyectos de diversa índole con la suma de microinversiones que se canalizan normalmente a través de plataformas tecnológicas.
Este sistema aplicado al real estate ha tomado auge en los últimos años y está contribuyendo a que los ciudadanos de a pie puedan unirse para ofrecer viabilidad financiera a proyectos inmobiliarios de cierta envergadura, beneficiándose de interesantes rentabilidades.
En España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) es la institución que se ocupa de supervisar el funcionamiento de las plataformas de crowdfunding en general y de las especializadas en inmobiliario en particular. En este caso, la CNMV se encarga de autorizar la creación de una Plataforma de Financiación Participativa (PFP), que es la denominación oficial de este tipo de entidades.
El texto legal que regula a estas plataformas –la ley 5/2015 de fomento de la financiación empresarial– las define como empresas que ponen en contacto a una pluralidad de personas físicas o jurídicas –inversores que ofrecen financiación a cambio de un rendimiento– con otras personas que solicitan financiación para destinarlo a un proyecto participativo –en este caso, promotores inmobiliarios–. En la ley también se establecen las formas en las que se debe dar la financiación y las prohibiciones a las que están sujetas las empresas. Para los proyectos que se realizan en el campo del real estate, entre otras limitaciones, la CNMV establece que el importe financiado no supere los cinco millones de euros.
Este importe permite que los pequeños inversores puedan entrar en la financiación de grandes proyectos, que de otra forma no estarían a su alcance. No sólo eso, incluso pueden diversificar su cartera de inversiones, dedicando una pequeña parte de sus ahorros a diferentes proyectos, con lo que reducen la exposición y también el riesgo. Y, en paralelo, también se benefician de las rentabilidades que ofrecen, habitualmente muy interesantes.
Al mismo tiempo, el crowdfunding también supone un balón de oxígeno para muchos promotores inmobiliarios, pues disponen de una alternativa de financiación a la banca, cada vez más restrictiva en esta materia.
El mayor proyecto de crowdfunding inmobiliario
La primera plataforma que logró recaudar el importe máximo permitido, es decir, cinco millones de euros, fue Urbanitae. En octubre del año pasado, lanzaba una oportunidad de inversión para apoyar el desarrollo del residencial de obra nueva Botánico Homes, promovido por Grupo Artal en la isla de Tenerife (Canarias). Lo consiguió reuniendo a 680 pequeños y medianos inversores y la rentabilidad estimada era nada menos que del 30%.
La inversión mínima para poder participar en estos proyectos depende de la plataforma. En el caso de Urbanitae es de 500 euros. Y el proceso de inversión es totalmente digital, sin trámites burocráticos y bastante sencillo.
¿Es seguro invertir en plataformas de crowdfunding inmobiliario? Sí, siempre y cuando elijamos compañías serias y rigurosas. En el caso de Urbanitae, esta se apoya en una entidad de pagos externa, Lemonway, que se encarga de custodiar y gestionar los fondos de los inversores. De tal forma que si ingresas dinero en tu cuenta de Urbanitae, no se hace a la plataforma, sino a una cuenta creada específicamente para el usuario por esta entidad de pagos. Esto permite que cada proyecto de financiación tenga una cuenta y que si, por alguna circunstancia, un proyecto tiene problemas, esto no afecte al resto de operaciones.
No obstante, como cualquier inversión, el crowdfunding inmobiliario no está exento de riesgos. Por ello, los inversores deben cerciorarse de la credibilidad y rigurosidad de la plataforma en la que quieren invertir confirmando, por supuesto, que está autorizada por la CNMV. La transparencia y la información detallada de los proyectos es otro elemento a tener en cuenta y el hecho de que entre la información que se incluye exista también una valoración seria de los posibles riesgos.
Como el mercado ya lleva unos años desarrollándose, también podemos medir la solvencia de una plataforma por su trayectoria y la evolución de sus proyectos hasta que se liquidan y devuelven el dinero a sus inversores. En el caso de Urbanitae, hace unas semanas anunciaba que, desde que iniciara su actividad en junio de 2019, había logrado liquidar 10 proyectos, muchos de ellos antes del plazo estimado o en condiciones de rentabilidad mejores que las inicialmente planteadas.
Sin duda, el crowdfunding ha llegado para quedarse en el mercado inmobiliario, ofreciendo nuevas e interesantes alternativas de inversión al alcance, incluso, de los bolsillos más modestos.