Cada lugar tiene su casa típica. Normalmente tiene que ver con el clima, la cultura y las circunstancias sociales y económicas del lugar. En Granada hay dos tipos de vivienda típica tradicional: el carmen y la cueva. Hoy vamos a hablar de la cueva granadina en profundidad (nunca mejor dicho), uno de los mejores tipos de vivienda para alquilar en Granada que se puedan imaginar.
Lo primero es saber qué son y qué no son, o más bien cómo es exactamente una casa-cueva granadina. No es un agujero húmedo y oscuro excavado en la tierra; digamos que un hobbit se sentiría a su gusto en una de estas. Son viviendas que aprovechan un desnivel del terreno, de una sola fachada artificial con puerta y ventanas, respiraderos y una chimenea.
La cueva de Granada demuestra una soberbia adaptación al medio
Si estás pensando que una cueva es más bien cutre, te equivocas, y mucho. Son viviendas luminosas, frescas en verano y fáciles de caldear en invierno, económicas en su construcción y mantenimiento. Esto es muy de agradecer en Granada. Pueden ser muy humildes, pero hay también auténticos palacios-cueva. Encaladas por dentro y por fuera, suelen tener un mobiliario sencillo pero confortable.
Por otra parte, la idea no es tan insólita; puedes encontrar casas cueva en otros lugares de Andalucía (como en la cercana Guadix) y España, pero también en Capadocia (Turquía), Colorado (USA) y Coober Pedy (Australia), entre otros muchos lugares, aunque en cada sitio tiene peculiaridades que las hacen muy distintas entre sí.
Tampoco tienen nada que ver con las modernas casas semienterradas de arquitectos como Vetsch o Quarmby, cubiertas de hormigón y poliuretano. En sus orígenes eran viviendas hechas por y para los pobres (y aún en tiempos recientes, y hoy, las verás habitadas por inmigrantes sin hogar, okupas y viajeros alternativos). De hecho, cada uno solía hacerse la suya, y ampliarla a medida que lo iba necesitando.
Se han asociado con frecuencia a las viviendas típicas del pueblo gitano, y es verdad que en el caso granadino han sido sus más habituales ocupantes durante el último siglo, usándolas como viviendas y también como tablaos para sus espectáculos flamencos (y lo siguen haciendo); fue así como las conocieron y se maravillaron los primeros extranjeros que las visitaron.
Se ha convertido en la vivienda favorita de la bohemia granadina
En Granada, las casas-cueva se localizan principalmente en el barrio del Sacromonte, vecino al Albaicín. Es una ladera plagada de chumberas con unas cuantas casas bajas, restos de murallas árabes, muchas calles empedradas y serpenteantes que suben hasta la bonita ermita de San Miguel el Alto. Y tiene las mejores vistas de la Alhambra y de la ciudad que quepa imaginar.
Hoy en día cuentan con todo tipo de facilidades. Las hogueras en el suelo han sido sustituidas por cocinas normales y corrientes, y en casi todas ellas se ha incorporado un cuarto de baño acorde a la costumbre. Es más, muchas se destinan al alquiler vacacional, porque son atractivas y folclóricas para el turista; de hecho, no es fácil encontrar una casa cueva para alquilar en Granada.
Las casas cueva para vivir en Granada son muy apreciadas por los extranjeros, los estudiantes y los jóvenes profesionales más alternativos o modernos que quieren vivir en Granada reduciendo su impacto medioambiental, adoptando algunas de las formas de vida más tradicionales de la zona o huyendo de un Albaicín cada vez más gentrificado.
Esto está consiguiendo generar interesantes dinámicas en el barrio, borrando su mala fama y dándole un cariz verdaderamente multicultural; aquí tendrás por vecinos unos estudiantes, unos senegaleses que trabajan en el campo, una familia gitana de toda la vida y unos perroflautas cada uno de su padre y de su madre. Por otro lado, esto también está encareciendo las casas cueva a toda velocidad.
El Sacromonte no es fácil en cuanto a accesos; un ciclomotor es mejor que un coche o una bici. Tampoco tiene muchos servicios que digamos. Hay mucho turista, pero entra y sale, sin adentrarse demasiado en los recovecos del barrio. En ese sentido, sigue conservando su autenticidad, y no está pensado para el postureo.
Las casas cueva no son, quizás, para todos los públicos. Pero la verdad es que un cafetito de buena mañana o una cervecita a última hora a la puerta de la casa cueva, con Granada a tus pies, no tiene precio. Es una de esas cosas que hacen que la vida merezca la pena.