¿Casa nueva? ¡Qué bien! Lo malo es la mudanza… Mudarse es uno de esos ritos iniciáticos que toda persona de bien debe superar para llegar a la madurez. Como cazar un bisonte para los indios o tirarse desde un balcón en Benidorm para los ingleses, pero con más estrés. Nada, no te apures, que llega la caballería….

Vamos a empezar mirando el lado positivo de las cosas: por lo menos la fase de buscar y encontrar casa ya te la has pasado, y con éxito, seguro, si lo has hecho a través de Spotahome. No es poca cosa, porque (como iremos viendo) una actitud positiva y tranquila es fundamental para no tirar tus cosas por la ventana y meterlas bien ordenaditas en cajas.

Además, hay muchas variables: si te vas lejos o cerca, si tienes que vaciar tu casa anterior o puedes dejar cosas, si tienes que llevarte muebles o no… En función de eso tendrás que tomar unas decisiones u otras. Sea como sea, tendrás que encontrar tu propio camino, pequeño saltamontes.

Personalmente soy partidario de las mudanzas pequeñas y eficientes. O sea, de mover el menor número de cosas posible, y de que dure el menor tiempo posible. Lo mejor para conseguirlo es tener pocas cosas y de poco valor. Si es demasiado tarde para ponerte a despreciar los bienes materiales… bueno, cada mudanza es una oportunidad para empezar de cero.

Fase 1: La Preparación

¡Espera, espera! ¿Dónde vas con ese jarrón y la jaula del pájaro? Lo primero es planificar la mudanza. Así que coge papel y lápiz (sí, el móvil también vale) y hazte una lista. Mejor, dos:

  • Una lista de lo NO vas a llevarte. Será más corta que si haces lo contrario, seguramente. Ponte en modo práctico y tira todo lo que no sirva o no sea sentimentalmente importante. Si te pones con tiempo podrás regalar muchas cosas.
  • Una lista de lo que necesitas para empaquetar. O sea, cajas, cinta de embalaje, material de relleno (ups! quizás no deberías haber tirado esas camisetas viejas, después de todo), bolsas de basura, todo eso.

Lo de las cajas es más fácil decirlo que hacerlo. Hay básicamente dos opciones: o las compras o te pasas unos días rebuscando por la basura pidiéndolas en los negocios del barrio. Yo recomiendo lo segundo (es más barato y te permite reunir cajas de distintos tamaños). Cuida que estén limpias y sean medianamente robustas. No dejes de reforzarlas.

De todas formas, puede ser buena ida hacerte con una o dos de esas cajas de plástico que parecen tápergüers gigantes, para las cositas frágiles y así. Materiales aparte, mejor muchas cajas pequeñas que pocas grandes, que luego hay que moverlas. El resto va en maletas, mochilas y bolsas de basura.

Antes de mover un dedo, intenta hacerte una idea de si podrás hacer la mudanza de una vez o se producirá por fases. En función de ello podrás decidir qué elementos vas empaquetando para el primer viaje y cuáles se quedan contigo hasta última hora. Sí, el gato se considera “de última hora”.

Los tiempos también son importantes. No empieces demasiado pronto o vivirás días deprimentes y absurdos entre cajas con tus bienes. No empieces demasiado tarde o terminarás yéndote un par de días después de lo previsto. Prepárate un minicalendario con el día H (el que debes dejar tu viaja casa u ocupar la nueva) señalado en rojo para orientarte.

Fase 2: Manos a la Obra

Llegó la hora de la verdad. Ropa cómoda, música agradable (no demasiado sentimental) y al lío.

El principio es de lógica: empieza por lo que usas menos o no usas nunca. Aparecerán muchas cosas que ni siquiera estaban en la “lista de cosas que NO voy a llevarme” porque, simplemente, ni te acordabas de que las tenías. Plantéate seriamente que, si ni te acordabas de ellas, será por algo.

La regla de oro es “no transportar nada vacío”. Si te llevas muebles, llena los cajones. Si tienes muchas mochilas, pétalas de ropa. Todo lo que sea fácil de agarrar y que le quepan cosas dentro es susceptible de convertirse en “transporter”. He visto usar un frutero para meter todo lo que había sobre una mesa.

Conviene seguir un orden, aunque aquí hay por lo menos tres escuelas de “mudantes”:

  • Vamos por habitaciones: todo lo del baño junto, todo lo del salón junto…
  • Vamos por afinidad: todos los libros juntos, todas las sábanas juntas…
  • Vamos por proximidad: abro una caja y lo que está más cerca, lo meto y listo.

Si crees que la tercera manera es la mejor, vuelve a empezar a leer. Desde arriba. Eso es, la mejor forma es una sabia combinación de las dos primeras, guiándote por una (otra) sencilla regla de oro: piensa en el momento de deshacer las cajas, cuanto menos tengas que moverte de un lado a otro, mejor.

Piensa también en el peso de los bultos, su estabilidad y su volumen. Lo que es blando y ligero (cojines o almohadas, por ejemplo) puede ir en bolsas. Lo frágil debe acolcharse y fijarse bien. Los volúmenes extraños… Envuélvelos, apártalos a un lado y déjalos para el final. Ah, y prepara una caja para esas cosas que van apareciendo y no sabes dónde meter…

Almacenar tus bultos en el medio de transporte elegido para su traslado es otra delicada ciencia llena de secretos y sutilezas, pero lo vamos a dejar para otro día, que con esto ya tienes bastante por hoy. Para cuando llegues a tu casa tendremos otro post listo acerca de cómo deshacer una mudanza. Prometido.

¿Experto en mudanzas? ¿Mudanzafóbico? Nos interesa tu opinión, ¡déjanosla en los comentarios!