Me he subido recientemente al carro de las cervezas. Reconozco que en mi Erasmus las cogí un poco de manía porque era la bebida que mejor sentaba a nuestros bolsillos. Hasta en ocasiones, en mi época estaba de moda, sobre todo entre los estadounidenses, el beer bong (en castellano, verter una cerveza entera en un embudo) y apenas daba tiempo a disfrutar de las cervezas. De hecho, los más guays eran los más rápidos. El líquido cervecil pasaba del embudo al estómago. Y ya.
Por suerte, la edad da muchas cosas buenas. Como que no hay prisa ni necesidad de beberse una cerveza en menos de un segundo. Tuvieron que pasar algunos años para que yo dejase de relacionar la cerveza con una juerga apoteósica. Desde hace algunos, para mí, la cerveza es sinónimo de espontaneidad. Ese primer trago bien frío que te colma de felicidad y te quita la sed. Esa sensación de libertad, de compartir entre amigas un buen rato (sin prisas ni embudos) del que siempre salen cotilleos interesantes y algún plan a futuro imperdible.
En general, podemos decir que es una de las bebidas más populares del mundo. En el mundo se gastan ni más ni menos que unos 385.500 millones de euros (!!) anuales en cerveza. Los países que más cerveza consumieron en 2017 son República Checa (137,38 litros por persona), Polonia (98,06), Alemania (95,95), Austria (95,46) y Lituania (92).
Siempre he pensado que un buen producto tiene que tener carácter y la cerveza es uno de ellos. Presente en todas las mesas y barras del planeta, nos hace la vida mucho más refrescante y llevadera. Lo bueno de esta bebida es que puedes disfrutarla de diferentes formas, las hay rubias, tostadas y negras. Con infinidad de sabores y matices. Para todos los gustos encuentras la cerveza apropiada que te hace pasar un rato perfecto en compañía (o en solitario).
El día mundial de la cerveza se festeja de manera contínua en todos lo lugares del planeta, siendo un acontecimiento que alberga multitud de personas que celebran este día con infinidad de marcas conocidas y no tan conocidas. Los eventos son diversos; se pueden hacer en estadios, plazas de toros, calles peatonales, bares… Cualquier sitio es bueno para ofrecer este producto a base de cebada.
Si eres amante de la cerveza, o te acabas de subir al carro, como yo, estos son algunos de los templos de peregrinación para disfrutar de este maravilloso y
burbujeante refresco.
Pilsen
Para aprender sobre la historia de la cerveza, desde la Edad Media hasta hoy, hay que viajar a la fábrica de la cerveza Prazdoj (a una y cuarto en tren desde Praga), en Pilsen. De hecho, en muchos lugares del mundo a las rubias se las llama pilsner, porque es aquí donde tiene el origen. ¡Fíjate en el logo de la checa Pilsner Urquell y verás los mismos arcos de esta histórica fábrica!
Westvleteren
Es la considerada mejor cerveza del mundo. Si alguien quiere ir a su abadía -los monjes sólo producen pocas cantidades- hay que llamar antes, hablar con el monje, darle el número de matrícula y él te indicará en qué fecha puedes ir a su monasterio en noroeste de Bélgica. Sólo algunos bares y tiendas venden Westvleteren. Su secreto está en el lúpulo. Los que han conseguido acceder hablan de una experiencia muy especial. Yo sólo he logrado probarla en Beermania, en Bruselas.
Heineken
Lo sé, es lo más mainstream que se puede poner. Pero yo, cada vez que voy a este "museo" en Ámsterdam, me lo paso tan bien, que tengo que citarlo. Además, la última vez que estuve me enseñaron a beber en condiciones la cerveza, con tragos largos para que no entre tanta espuma y siga protegiendo y no a sorbitos. Eso sí, la experiencia era mucho más rompedora en 2007 que en 2017.
Guinness
Si he puesto Heineken, a los amantes de la cerveza negra, los tengo que poner la fábrica Guinness, en Dublín. Se pasa fenomenal, se aprende de esta empresa familiar y se beben buenas pintas. El repaso a la cartelería es una maravilla. Si estás en Dublín y llueve, pásate por la fábrica Guinness.
Oktoberfest
Cada vez se celebran más Oktoberfest por el mundo, pero la fiesta original es de la ciudad bávara de Múnich. Es una celebración por y para la cerveza, con todo lo que suele ir rodeado de una buena cervecita: amigos, brindis, amigos nuevos, música, exaltación de la amistad, planes imposibles para el año que viene... Una experiencia que hay que vivir.