Una vez nos incorporamos al mercado laboral, pueden surgir problemas similares a los del colegio o instituto, etapa que ya creíamos olvidada y cerrada.
Si en la escuela, al fenómeno del hostigamiento constante, acoso escolar y maltrato verbal o físico se le conoce como bullying, en las empresas, el término que se utiliza para referirse al acoso laboral es el mobbing.
En cualquier caso, viene a ser lo mismo: un asedio constante, un acoso psicológico y moral, normalmente por uno varios compañeros.
Las estadísticas globales son curiosas. Si bien casi el 80% de los trabajadores reconoce haber sufrido mobbing o acoso en el trabajo alguna vez en su etapa laboral, sólo un 5% se atreve a denunciarlo. El miedo principal son las represalias. Algo que en empresas medianas, familiares e incluso multinacionales (por temor a dar mala imagen) intentarán tapar a toda costa.
El primero en denominarlo así y estudiarlo a conciencia en los años 80, fue el psiquiatra alemán nacionalizado sueco, Heinz Leymann.
"En los últimos años, la existencia de un problema significativo en los lugares de trabajo ha sido documentada en Suecia y otros países. Involucra a empleados “atacando en grupo” a un empleado-objetivo y sometiéndolo(a) a hostigamiento psicológico. Este comportamiento de “acoso psicológico” resulta en graves consecuencias psicológicas y laborales para la víctima".
Así lo definió en 1990 el propio Leymann:
"Terror psíquico o mobbing en la vida laboral significa comunicación hostil e inmoral que es dirigida de manera sistemática por una o varias personas principalmente hacia un individuo. También hay casos en que tal mobbing es mutuo hasta que uno de los participantes se convierte en el desvalido. Estas acciones tienen lugar con frecuencia (casi todos los días) y durante un largo período (por lo menos durante seis meses) y, debido a esta frecuencia y duración, ocasionan un considerable sufrimiento psíquico, psicosomático y social. Esta definición elimina conflictos temporales y se centra en la zona de transición donde la situación psicosocial comienza a ocasionar estados patológicos psiquiátricos y/o psicosomáticos".
En Spotahome sabemos que es muy duro vivir algo así, por eso queremos darte algunos consejos sobre cómo afrontarlo. Esperando que nunca tengas que ponerlo en práctica.
Lo más difícil es documentar el mobbing, porque a menudo, al ser moral, es arduo de demostrar. La tarea más compleja para la víctima es acreditar este comportamiento.
Pero lo importante es saber que la Justicia ya está al tanto de esta práctica, por lo visto muy común en las empresas españolas. Aunque el delito de mobbing no está como tal tipificado dentro del Código Penal.
Para que los jueces se pongan de tu parte, es importante que el mobbing no haya sido un sólo día, sino que por desgracia se haya repetido en el tiempo. El acoso laboral debe ser sistemático tal y cómo describió Leymann (con frecuencia) y prolongado (durante un largo periodo).
Asimismo, debe haber constancia del acoso a la víctima a través de acciones hostiles ya sean gritos de enfado, comentarios amenazantes o todo lo contrario, desprecio, ridiculización, imitaciones...
También es importante, suele ocurrir mucho en el modus operandi de aquellos que victimizan en las empresas, documentar si hemos pasado de hacer más cosas a menos, es decir, cada vez se nos han encomendado misiones o labores menos importantes, por debajo de nuestra cualificación. Pues el ninguneo es también propio del mobbing.
Es importante acudir a un médico, a un psicólogo o un psiquiatra que no sea de la empresa, y contarle qué nos ocurre. La ayuda de un especialista es esencial, también para documentar y acreditar qué está pasando en nuestro entorno laboral.
Normalmente, las víctimas del mobbing suelen sufrir ansiedad, tienen episodios serios de estrés, pueden entrar o directamente ya están en una grave depresión, sufren alteraciones del sueño e insomnio, padecen dolencias digestivas, pierden el autoestima y dejan de ser brillantes en el trabajo. Se sienten (casi siempre por culpa de los compañeros que los acosan) un cero a la izquierda. Sin ganas ni ánimo, y mucho menos con ganas de denunciar.
Muchas víctimas de mobbing consiguen lo que quiere su acosador. Abandonan su puesto laboral, sin denunciar a la empresa, sin ser despedidos (con su consiguiente indemnización).